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La disfuncional belleza rusa Christina posee gloriosamente el arte de la libación anal, es como una máquina para dar placer a los campesinos con su culo, un almacén de dicha, en el que hay que bromear más profundamente con una baqueta de voluptuosidad. El increíble encuentro de la georgiana Sasha con la rubia tuvo lugar en un restaurante de un hotel de cinco estrellas, donde se alquiló un apartamento de lujo al chico. El hombre sin afeitar notó inmediatamente una miga delgada con ojos brillando con el azul del cielo infinito, recordó los rasgos faciales que le eran más queridos en sus años de estudiante que el rostro de su madre. Su cuerpo seguía siendo el mismo mal formado (74-57-79), prácticamente no tenía pecho, si no fuera por el largo cabello dorado y un lujoso vestido, Sanya habría considerado a un viejo conocido como un niño. En Christina, un exitoso hombre de negocios vio a una costosa cortesana, por lo que no llevó a la rubia por la nariz con historias de sentimientos repentinos estallados; inmediatamente compró una puta para toda la noche y exigió insistentemente que se incluyera el sexo anal en el ejercicio. En el baño, un ramo de rosas amarillas en una pata larga, el pene erecto de Sasha, listo para hacer agujeros en el cuerpo de un excompañero, y mucha agua jabonosa con espuma blanca como la nieve en la superficie, esperaban una miel deslumbrante. Conociendo la excentricidad del chico, la guarra rusa incluso mostró timidez, porque con su temperamento explosivo, se podía sacar una botella de champagne en la entrepierna o follar en grupo con hermanos de videos xxx gay adolecentes nariz jorobada.